Por Gabriela Magiotti
Los trastornos de la alimentación como la obesidad, la bulimia y la anorexia son consideradas desde hace varios años patologías con tratamiento obligatorio en obras sociales y prepagas, por haber sido sancionada una norma en el Senado que obliga a ser incorporada dentro de los planes médicos obligatorios. Tanto las obras sociales como las prepagas deben costear los gastos referidos al tratamiento. Entiéndase por esto, internaciones, tratamientos psicológicos, remedios, etc.
Por otro lado, la Ley le otorga al Estado la responsabilidad de promover la importancia de una alimentación adecuada, en especial en las escuelas. Debe garantizar que la dieta propuesta por los comedores escolares sea planificada, brindando una alimentación balanceada y variada, garantizando los requerimientos nutricionales de la niñez. Asimismo, los kioscos escolares deberán vender alimentos sanos y las golosinas podrán ser reemplazadas por frutas o por cereales.
La normativa propone incorporar al sistema educativo un plan de educación alimentaria nutricional en los diferentes niveles. Para llevar adelante esta tarea se deberá capacitar a los docentes, como así también para detectar casos de trastornos de la alimentación y ante la duda derivarlo a quienes corresponda.
También establece la difusión de estas enfermedades por medio de campañas informativas para fomentar conductas saludables de alimentación y facilitar contención para quienes la padezcan. Todo esto se incluye en «el programa nacional de prevención y control de trastornos alimenticios».
Por otro lado, la Ley obliga a dejar de utilizar la delgadez como sinónimo de belleza, esto genera en muchos casos, sobretodo en personalidades vulnerables, cierta presión social que influye en el desarrollo de estas patologías donde la autoestima es la primera afectada.
Los factores que generan la Obesidad
La obesidad es una enfermedad crónica. Las personas que la padecen llevan adelante una alimentación alta en lípidos (grasas) e hidratos de carbono. Poseen un desorden alimenticio, caracterizado por comidas sobreabundantes y fuera de horario. Cada vez son más los afectados. Según la Organización Mundial de la Salud (ONU) existen 300 millones de personas adultas con obesidad en todo el mundo. Los niños también se ven afectados.
En la Argentina no hay estadísticas certeras, pero se estima que 2.500.000 de niños y adolescentes de nuestro país lo sufren, según datos del CESNI (Centro de Estudio Sobre Nutrición Infantil). La obesidad puede ser responsable de desencadenar las más diversas patologías como cáncer, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, dolores óseos y articulares, colesterol aumentado, problemas sexuales como impotencia, infertilidad, accidentes cerebrovasculares, apnea de sueño y embarazos complicados, entre otros. La grasa que se localiza en la zona abdominal es sumamente riesgosa, elimina sustancias que incrementan las enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo se determina el grado de obesidad para cada persona?
El índice de masa corporal (IMC), es el parámetro que se tiene en cuenta para saber si una persona es o no obesa; y en caso de serlo determinar en qué grado. Cabe destacar que es el nutricionista el profesional adecuado para esto. El IMC se obtiene realizando un simple cálculo, el peso del individuo dividido la altura al cuadrado. Esto da un número que si es mayor a 30 la persona es obesa.
Si el IMC se encuentra entre 18,5 y 24,9 el peso es normal; entre 25 y 29, 9 existe un sobrepeso moderado; 30 a 34, 9 alto grado de obesidad; 35 a 39,9 muy alto y más de 40 critico, extremo. Las comidas poco nutritivas, fuera de horario y la falta de actividad física determinada por un incremento del sedentarismo, constituyen los factores que permiten el desarrollo de esta enfermedad.
Evidentemente el exceso de comodidades de la vida moderna produce que los individuos lleven adelante una vida sedentaria, en especial los niños. Hoy sus juegos giran en torno a una pantalla o a diferentes botones que deben apretar sincronizadamente.
Atrás quedaron las escondidas, manchas, sogas, pelotas y bicicletas, que nos obligaban a correr, saltar a movilizarnos. Hoy el estar detrás de una pantalla, sea televisión, computadora o play, no solo no los obliga a moverse si no también les fomenta el comer. Durante mucho tiempo prevaleció la idea de que un niño cuanto más gordo era más sano.
Sin embargo, la obesidad infantil además de adelantar la pubertad, favorecer el asma, la apnea y la hipertensión, acarrea problemas en la socialización del niño. Se sabe que los chicos son crueles cuando se cargan entre ellos, razón por la cual el niño obeso siempre es el blanco de todas cargadas, quedando aislado de sus pares y forjando una personalidad con muchas inseguridades.
No solo físicas son las consecuencias. Se sabe que el individuo que padece obesidad habitualmente queda excluido de acceder a trabajos, estudios clínicos (por no contar con los elementos adecuados para ellos), o se ven imposibilitados de utilizar transportes públicos, poseen la autoestima baja, ya que no están acordes a los «cánones de belleza» que la sociedad maneja, por nombrar solo algunas de las cosas que facilita un estado de depresión. Todos estos factores agravan la enfermedad, no permitiendo que salgan del círculo vicioso que la obesidad genera.
Tratamiento en hospitales públicos (CABA)
En casi todos los hospitales porteños existen tratamientos contra la obesidad con una gran cobertura. Como ejemplo destacamos que hace dos años se habilitó en el hospital Tornu una nueva sala para el tratamiento de la obesidad que además cuenta con un equipo interdisciplinario compuesto por médicos clínicos, nutricionistas, psiquiatras, psicólogos, kinesiólogos, enfermeros y otros especialistas. Además, se adaptó una ambulancia del SAME con una camilla especial para el traslado de pacientes con esta patología.
El hospital Tornu esta ubicado en Combatientes de Malvinas 3002. Para informes: 011 4523-3200. La Sala de Obesidad de este Hospital General de Agudos fue donada por la Cooperadora de Acción Social (COAS).