Este sábado 20 de mayo se realizó en la ciudad de Buenos Aires, una nueva edición de la marcha anual para denunciar a Monsanto y demás agroalimentarias por el uso de tóxicos en la agricultura y la producción de transgénicos. La marcha se realiza simultáneamente en más de 400 ciudades a lo largo y ancho de 40 países.
La protesta fue convocada desde el movimiento March Against Monsanto, se viene llevando a cabo en nuestro país desde el 2013, siendo el año pasado protagonista de la movilización en 17 ciudades argentinas.
Con la consigna ¡Basta de fumigar a los pueblos! se denunció a Monsanto, símbolo de un agromodelo contaminante y concentrado que expande la frontera agrícola para productos naturales por alimentos transgénicos producidos en laboratorios.
Monsanto ha sido recientemente juzgada en la Haya por un tribunal ético, siendo hallada culpable de “daños a la salud y el ambiente, crímenes de guerra y ecocidio”. Junto a otras empresas, simboliza un modelo agrícola que no solo saquea los recursos y bienes que deberían pertenecer a todo el pueblo, sino que además afecta la salud y pone en riesgo la vida de cientos de pueblos que están ubicados cerca de las plantaciones y son contaminados con agro tóxicos.
En nuestro país un tercio de la población, es decir, trece millones de habitantes de ciudades rurales medianas y pequeñas, es expuesta directa y periódicamente a los agrotóxicos. Estos constituyen un pilar fundamental del agro negocio, ya que proporcionan a los empresarios del campo una gran reducción de costos.
El desplazamiento de comunidades producto de la expansión de la frontera agropecuaria y las descargas de millones de litros de agrotóxicos es un verdadero crimen contra ls poblaciones cercanas. La masiva utilización de dichos químicos supera en nuestro país, la cifra de 420 millones de litros al año, causando cáncer y otras enfermedades respiratorias en estos pueblos fumigados respecto a la media nacional.
La Red de médicos de pueblos fumigados viene denunciando desde hace años esta situación. Solo hace un par de meses, miembros de esta red, de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba, publicaron en una revista internacional de medicina un estudio donde relacionan el cáncer y otras enfermedades con la exposición ambiental al glifosato (principal componente del herbicida estrella de Monsanto, el RoundUp), en la localidad mediterránea de Monte Maíz, en donde sus habitantes reciben hasta 80 kg de glifosato al año, 16 veces más que la media nacional.
Este estudio, que data en realidad del año 2014, fue censurado por las autoridades universitarias, vinculadas al agronegocio. Una semana antes del informe definitivo, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) declaró al glifosato como potencialmente cancerígeno.
Veneno en nuestras mesas
La multinacional Monsanto se presenta como una compañía agrícola, que aplica innovación y tecnología a fin de que los productores de todo el mundo aumenten su producción. Pero en realidad es el mayor vendedor mundial de semillas transgénicas en Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. Sus cultivos representan más del 90 por ciento de todos los cultivos transgénicos del mundo. Cultivos resistentes a su herbicida «glifosato», como la «soja RR» (Roundup Ready) y el «maíz RR», dos especies producidas en sus laboratorios.
El glifosato es un herbicida altamente tóxico y es utilizado libremente por esta multinacional.
Ante esta problemática, surge una agrupación de autoconvocados que marchan todos los 25 de cada mayo, cada año,, para decirle “¡Fuera!” a Monsanto y a los políticos cómplices del agro negocio, que además, con el cultivo masivo de soja transgénica y eliminación de bosques nativos son los principales causantes de las actuales inundaciones en el país..
Los participantes de la movilización piden año tras año, la prohibición de la agricultura industrial y el uso de agroinsumos sin control elaborados por las grandes cadenas tecnológicas como Monsanto, Syngenta, Dupont, Bayer, Cargill, que son empresas que controlan la cadena alimentaria en nuestro país y deciden con qué nos alimentaremos y a qué precios, gracias a sus estrechos vínculos con los organismos de comercio internacional y las cadenas de supermercados locales de capitales extranjeros.
La solución a todo esto es la agroecología, una disciplina científica que se basa en la aplicación de los conceptos y principios de la ecología al diseño, desarrollo y gestión de sistemas agrícolas que pueden alimentar al mundo de una manera más sana y que al contrario de lo que afirman estas multinacionales, tienen los mismos rendimientos que la agricultura industrial, pero requiere más mano de obra y sin agrotóxicos generando alimentación sana.
Siempre comento que existe un libro «EL ABUSO DE LOS PLAGUICIDAS» ¿El hombre, plaga ecológica? Autor : Dethier, Vincent Gaston/ (ver su CV) Ed: EDISAR, SRL 1980. Me pregunto siempre «aun quedan resabios de los efectos del DDT (¿hace años…no?) y sobre él las nuevas plagas de los nuevos plaguicidas. Nota: apareció un nuevo texto llamado «La Argentina fumigada» de autora argentina
Hay mucho que callar. Me pregunto ¿cuándo ha sido la movilización.?
Hace tiempo que el silencio de muerte sostiene a Monsanto.
Ya que los «medios » no informan , ese trabajo tan difícil lo tenemos que hacer nosotros.
La culpa no es solo Monsanto -Bayer,: en el campo decimos que la culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer..
Desde el pacto Frei-Menen hasta nuestros días los gobernantes siguen siendo los mismos. cobardes y corruptos