«Sueño que más gente llegue a la universidad»

Flor del Alba Cruz tiene 23 años, es dominicana y preside el centro de estudiantes de la Facultad de Ciencia Política.oto: Silvina Salinas / La Capital

Hola. Soy Flor del Alba. Vengo de República Dominicana y me enorgullece mi origen”, arrancaba un posteo que Flor del Alba Cruz publicó en su cuenta de Instagram a fines de marzo. Faltaban pocos días para las elecciones del centro de estudiantes de la Facultad de Ciencia Política que la iban a consagrar como su nueva presidenta. “Mientras escribo esto —decía en el posteo sobre su postulación— me emociono porque lo considero un reconocimiento a mi militancia”. La joven dominicana se suma esta semana a la sección “Pido la palabra”, donde jóvenes de los centros de estudiantes hablan de sus intereses y proyectos.

Flor tiene 23 años y se crió en las calles de Santo Domingo, capital de República Dominicana. Hasta que en 2007 se mudó con su familia a Pergamino, provincia de Buenos Aires. De la escuela Normal Joaquín V. González recuerda que le gustaba la rama de las ciencias sociales. Fanática de River y del fútbol, cuando llegó a quinto año tenía decidido estudiar periodismo deportivo. “Me gustaba mucho la idea de relatar un partido y vivir esa pasión”, reconoce. Pero fue una profesora del secundario quien le propuso que tenga en cuenta la carrera de comunicación social de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Flor no tenía ni idea que se dictaba en Rosario, a poco más de 100 kilómetros de distancia de su hogar.

Se anotó en la UNR y el mismo día que llegó a la charla de preingreso se cruzó con un grupo de chicas y chicos de la Franja Morada que le dejaron un volante. Aún no sabía que ese instante la marcaría al punto tal de que al poco tiempo empezó a participar en esa agrupación universitaria. Era 2016 y desde entonces vive en Rosario, donde está terminando de cursar la licenciatura en comunicación social, aunque ya no sueña con desarrollarse en el periodismo deportivo. Su interés mutó. “Eso creo que es lo bueno de comunicación social, que cuando estudiás algo tan abarcativo tenés la posibilidad de atravesar distintas áreas”, dice la joven, hoy más inclinada hacia la comunicación política, influida en parte por su participación en la organización del Congreso de la Democracia (que se hace cada dos años en Rosario) y su militancia en la Franja. Una actividad que la describe como de “24/7” y que la toma “con mucho compromiso y responsabilidad, pero a la vez se disfruta”.

Es miércoles y ya sea en los pasillos o en la explanada del primer piso del edificio de La Siberia, Flor saluda a cada chico y chica que se le acerca para felicitarla por la victoria. Está feliz y no es para menos. Con 839 votos, a principios de abril la agrupación Franja Morada se impuso en las elecciones del centro de estudiantes de Política, desplazando al Frente Estudiantil de Unidad (FEU), hasta entonces conducción del espacio universitario.

Creo que un centro de estudiantes siempre tiene que tener voluntad y estar fervorosamente vinculado a las temáticas nacionales y de la agenda que muchas veces por suerte pujan los propios jóvenes”, apunta la estudiante de comunicación social. A modo de ejemplo cuenta que al día siguiente de ganar las elecciones desde su agrupación lanzaron una encuesta —aún abierta— para conocer propuestas, ideas o reclamos del claustro estudiantil que representa. Iniciativas —dice— para sumar a las que ya están en marcha como el Congreso Nacional e Internacional sobre Democracia de noviembre, el II Modelo de Naciones Unidas, el espacio ambiental Econciencia o la revista Random, con textos de estudiantes de la UNR.

El alma argentina

Hija de una familia radical, dice que recién cuando empezó a transitar los pasillos y aulas de La Siberia pudo entender lo que significaba la militancia universitaria. Entre risas recuerda aquellos primeros momentos donde la invitaban a participar del centro de estudiantes. Se preguntaba qué tenía que hacer. “Militando lo vas a aprender”, le dijeron. 

Repartir volantes, organizar encuentros o simplemente compartir un mate con un ingresante pasaron a formar parte de su cotidiano. Pero también —dice— “ir un poco más allá y dar debates sobre demandas que se materialicen en derechos y transformaciones”.

 Por eso otro punto que entiende central en la militancia universitaria es el sostenimiento del trabajo barrial. También allí encuentra una forma de discutir sobre la educación pública. Menciona como ejemplo el voluntariado El Tablón, de barrio Tablada, donde además de apoyo escolar, apuestan a construir universidad “más allá de las cuatro paredes de la facultad”.

La presidenta de Ciencia Política integra la agrupación Franja Morada.

La frase “a la universidad se va a estudiar, no a hacer política” Flor la llegó a escuchar hasta en su propia casa. “Ellos —dice— al principio no estaban muy convencidos, por cierta campaña de desprestigio o cierta conciencia colectiva que ronda sobre lo que debe y no debe hacer un estudiante universitario. 
Pero son discursos históricos, hasta mi abuelo o mi papá lo escucharon incluso en otro país”, dice. Aun así ensaya una respuesta ante esos reparos: “Se tienen que quedar tranquilos, que estamos intentando hacer que la educación sea un ambiente más próspero, no solamente para los que están acá sino para los que van a venir en algún momento. Yo milito por cuestiones que quizás no se si voy a llegar a ver mientras sea presidenta del centro o mientras estudie acá, pero igual lucho porque la gente que venga pueda atravesar el proceso de la universidad de la mejor manera”.

Flor cursa las últimas materias de comunicación social.

—¿Con qué universidad soñás?

—Estamos en momentos muy complejos como país, no podemos perder de vista la realidad social que atravesamos. Sueño que mucha más gente llegue, pero no a cualquier universidad, sino a una que esté comprometida y formada para los desafíos y realidades de su época

Que sea contextual y sepa leer el tiempo que atraviesa el país. También falta mucha innovación en las aulas y hay que estar preparados para dar esos debates. Pero fundamentalmente creo que un rol que tenemos como universitarios es pensar mas allá de “recibirme y ser un profesional”, sino cómo retribuir algo a la sociedad. Por eso me quedo con esa gran frase de Yrigoyen que dice “yo soñé que la universidad habría de ser la cuna del alma argentina”. Por eso digo que más allá de las distintas remeras partidarias hay que sostener las ganas de transformar muchas de las cosas que se ven y no quedarse estáticos. 

Ser autocríticos y tener una buena cuota de humildad. Y tener siempre presente que acá hay gente que no llegó todavía. Bueno, cómo hacemos para que esa gente sea cada vez menos, que se queden y que la universidad pública sea cada vez mejor. Porque si a la universidad y a la educación pública le va bien indudablemente que a la sociedad argentina le va a ir bien.

Por Matías Loja Nota .Publicada en La Capital

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