Resucitación cardiopulmonar, algo que todos debemos saber

Una persona se cae en la calle o en un centro de compras por una pérdida de conocimiento. Alguien que pasa por allí se da cuenta, inquiere a la persona para ver si está consciente y al comprobar que no lo está y que no respira, comienza a comprimirle el pecho e insuflarle respiraciones en la boca. Después de algunos minutos la víctima se recupera. Final feliz.

Esto que se describe es lo mejor que puede pasarle a una víctima de paro cardíaco que es asistida fuera de un hospital. En la práctica solo alrededor de un 15% de estos casos salen airosos. Pero si no se hace lo que corresponde, se muere indefectiblemente el 100%

¿Qué es lo que hay que saber? ¿Qué es lo que hay que aprender a hacer?

Patología y estadísticas

El paro cardíaco es una patología frecuente y la primera causa de muerte en países con alta concentración urbana (como la Argentina). Se calcula que entre el 0,5 y el 1,5% por cada 1000 personas vivas puede sufrir un paro cardíaco. Eso da para nuestro país, y tomando la proporción menor,  la preocupante cifra de 20.000 paros por año. Es decir 55 paros por día o dos paros cardíacos por hora.

En adultos está asociada primordialmente a enfermedad de las arterias coronarias y puede ser la primera (y la última) manifestación de esta enfermedad. Entre la aparición de un paro cardíaco y la muerte definitiva hay unos 4-5 minutos en los que se puede intervenir para volver a la víctima a la vida. Por lo tanto es importante llegar a tiempo para hacer lo que corresponde y hacerlo bien.

Ante la presencia de una persona que cayo al suelo con pérdida de conocimiento se debe hacer lo siguiente:

1.- Descarte peligros para Ud. o la víctima (cables eléctricos, gases tóxicos, etc.) que puedan impedir o hacer riesgosa la intervención.

2.- Arrodíllese al lado de la víctima, sacúdala suavemente por el hombro preguntándole a viva voz qué le pasa (Fig.1). Si está inconsciente, no respira o no se mueve:

3.- Llame o haga llamar al SAME

4.- Ponga a la víctima boca arriba, con cuidado.

5.- Ponga el talón de una mano sobre el centro del pecho del paciente, la otra mano encima de la anterior. Entrecruce los dedos evitando que toquen las costillas. Comprima el pecho con fuerza y rapidez (Fig. 2). Hágalo a un ritmo mínimo de 100 veces por minuto y trate de deprimir el esternón por lo menos 5 cm. Trabe sus codos y use el peso de su cuerpo para comprimir con eficiencia. Para tener una idea de cuanto es 100 veces por minuto de compresión, cante mentalmente “La Marcha del Combate de San Lorenzo”   (“Febo asoma, ya sus rayos”…) que le va a ser útil para marcarle el ritmo.

6.- Si no se anima o tiene rechazo a dar respiraciones boca a boca, haga compresiones todo el tiempo hasta que llegue el equipo médico de emergencias. Si sabe y se anima, haga 30 compresiones en el tórax y luego con una mano en la frente de la víctima y otra en su mentón, doble la cabeza hacia atrás y eleve el mentón para abrir la vía aérea (Fig. 3A).

7.- Una vez puesta en posición la cabeza de la víctima, selle con su boca la del paciente (interponga algún pañuelo) y sóplele en la boca 2 respiraciones suyas. Hágalo en 2 segundos (uno para cada respiración). Después de cada respiración deje salir el aire de la víctima sacando su boca para permitir la exhalación (Fig. 3B).

Recuerde:

30 Compresiones a 100 x minuto y 2 Ventilaciones sin interrumpir, hasta que llegue el SAME o el paciente dé señales de vida. De su decisión depende la vida de su congénere.

(Las figuras que ilustran este artículo han sido tomadas del Manual de Resucitación Cardiopulmonar Básica del Consejo Argentino de Resucitación con su autorización.)

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