La gran pelea nacional: Darwinismo Social vs Estado Benefactor

Por Ricardo Guaglianone

 Es bastante difícil encontrar en la historia humana periodos de bonanza de los pueblos que no hayan surgido de contiendas guerreras devastadoras  por diferentes visiones del mundo o de intereses encontrados que convivieron un tiempo y luego se resolvieron dramáticamente.

Desde tiempos remotos, pareciera ser que la gran separación de los humanos radica en dos visiones de vida contrapuestas, una más integradora, solidaria, donde hablar de comunidad es incluirse con naturalidad en un todo, mientras que la otra sostiene que cada ser humano sufre o goza su destino en base a su superación individual y que vivir en sociedad es solo un intercambio de mercaderías, donde no hay compromiso sobre el destino de los otros semejantes.

Estas visiones diferentes fueron enmarcadas en teorías que sustentaron largas luchas por el poder para llevar a la práctica esas convicciones  que tienen nombres genéricos que las identifican  y donde el rol del estado es el centro de la controversia.

Los largos periodos históricos de estas batallas teóricas, que produjeron incluso batallas de exterminio a sangre y fuego, están marcados por dos grandes corrientes  que disputan su supremacía, el Estado Benefactor y el Liberalismo Económico, con un agregado teórico que tiño de justificación la indiferencia de las entrañas liberales sobre el destino colectivo: el darwinismo social.

Desde  tiempos inmemoriales el poder de turno ha trasladado creencias y filosofías diversas para adoptar cursos de acción para justificar la organización y el gobierno de sus comunidades.

Partiendo de  Aristóteles,  (384 a. C.)  que definía al hombre como un ser social y político: “El hombre es un animal social que no puede de por sí bastarse a sí mismo, deberá estar con el todo político”, pasando por Thomas Hobbes,  (1651 d C)  cuando en su libro Leviatán sostenía que “es indispensable un contrato social priorizando el bien común por sobre las particularidades”. Dos siglos después llegó Darwin, con su Teoría de la Evolución, que de la mirada biológica derivó a teorías sociológicas de plena y cruel vigencia: darwinismo social.

Liberalismo vs Estado Benefactor

Básicamente el Estado Benefactor propone intervenir en la economía para una mejor distribución del ingreso en la población, impulsando sistemas de seguridad social, creando marcos de regulación de la composición de la oferta y la demanda y además, desarrollando servicios y bienes públicos de uso generalizado, accesible para toda la población.

La intervención del estado disminuye sin dudas, la brecha existente entre los ingresos de las élites más poderosas y las masas populares, usando los recursos públicos para buscar la mayor igualdad posible en una comunidad organizada.

Los puntos básicos del estado de bienestar son:

  1. a) Asegurar las garantías y los derechos ciudadanos establecidos en la Constitución, participación estatal en la gestión de servicios de salud pública, educación, vivienda, así como la producción y el acceso a bienes de consumo básico.
  2. b) Desarrollar un esquema amplio de subsidios, no sólo en la forma de apoyos fiscales, financieros, con precios y tarifas públicas reducidas para mejorar la rentabilidad del capital, sino también, para la creación de infraestructura industrial y urbana para dar empleo a toda la población
  3. c) Asegurar que los bienes y servicios lleguen a toda la población, favoreciendo a las cadenas productivas de la industria nacional.
  4. d) El Estado es el gran estabilizador de relaciones sociales y del ciclo económico para que sea incluyente y mejore la calidad de vida de toda la comunidad.

La otra mirada

El liberalismo económico, en contraposición al estado benefactor, dice que nadie debe intervenir para regular nada,  porque  la libre competencia es la base de la libertad política y económica de los ciudadanos y eso estimula la creatividad, el progreso técnico y el desarrollo económico.

Los precios de los bienes y servicios son fijados por las fuerzas del mercado sin la intervención estatal y conseguir empleo e ingresos para vivir queda supeditado a los mecanismos de oferta y demanda.

La propuesta neoliberal es que el estado sea mínimo, sin empresas públicas, ni prestación gratuita de servicios sociales ni  planificación  de la economía. Debe respetar la propiedad privada que es inalienable y el libre mercado, mediante la oferta y la demanda organiza la economía y la vida social. Lo trascendente es el “individuo”, “el mercado” y la “libre iniciativa”.

“Si alguien cae en la pobreza se debe a sus propios errores
Y nadie debe ayudarle a reponerse”
 Herbert Spencer

Uno de los alimentos sustanciales del liberalismo económico, su hermano de sangre,  es la teoría de la evolución orgánica del mundo animal de Darwin, que aplicada al ordenamiento social se conoce como darwinismo social, cuyo exponente más contundente fue el filósofo inglés Herbert Spencer (1820-1903): “el progreso es consecuencia de la lucha por la supervivencia, donde el fuerte sobrevive,  el débil sucumbe y el estado no tiene que intervenir para no interrumpir este proceso natural”.

En Argentina actualmente, existe un fuerte enfrentamiento  entre la concepción del darwinismo social hermanado con el neoliberalismo, contra la idea de un estado benefactor.

La teoría del darwinismo social sostiene que existen seres y razas superiores, que son los más ricos de la sociedad y justifica el orden que impulsò el capitalismo primitivo: “cada uno compite con los demás bajo condiciones duras y brutales, sobreviven los más fuertes y los débiles  son eliminados en un marco de una competencia más o menos despiadada”.

El estado en lugar de fomentar la distribución de la riqueza o de programas sociales, solo debe promover las oportunidades: si hay libertad de comercio absoluta, algunos aprovecharán las oportunidades  y otros las desaprovecharán.  Es un sistema natural donde hay ganadores y perdedores producto de la evolución de cada uno y de su fortaleza para sobrevivir.

Esta lucha ideológica está vigente en el mundo y particularmente bajo estas premisas, se está reorganizando la vida política, social y económica en el país.  Es necesario abandonar el “Estado benefactor”  impulsando la libertad de comercio sin límites para promover el progreso. Si existe desigualdad social serán consecuencias de un “orden natural” que provocará la competencia.

“Si alguien es rico se debe a sus propias condiciones,
aunque la riqueza haya sido adquirida por medios inmorales”.
Herbert Spencer

Darwinismo social acá y ahora

El darwinismo social se está implementando en Argentina, con el actual gobierno nacional,  a un ritmo cada vez màs acelerado: el objetivo es lograr un estado  pequeño dirigido por las clases evolucionadas que son los ricos, quienes otorgarán oportunidades para competir donde habrá ganadores y perdedores. Los más débiles, deberán arreglarse como puedan para sobrevivir, sin asistencia del estado.

La “supervivencia de los más aptos” de Spencer fue utilizada por magnates como  Rockefeller y otros, para justificar la sobreexplotación de la población “inferior” y la eliminación de los competidores sin atender criterios morales o èticos, solo para ser inmensamente ricos.

También fue la base filosófica de la consigna “Civilización o Barbarie”, a través de la que se masacraron pueblos enteros, “para que llegue el progreso” a cada rincón del planeta donde los poderosos buscaron incrementar sus ambiciones de poder y dinero.

Este modelo es el que ejerce Macri y sus amigos multimillonarios actualmente en el país.

La reducción del estado como regulador social, ya se está viendo con claridad en la destrucción del estado de situaciòn que dejo el anterior gobierno:

Anulación de derechos de las personas con discapacidad, la anulación de beneficios a los jubilados en compra de remedios, créditos sin tasa de interes, ajuste del salario por encima de la inflación, la seguridad social especial e integral para la madre durante el embarazo y el tiempo de lactancia, Paritarias sin techo, Plan Fines que permitió que miles de jóvenes terminen el secundario, el Plan Mejoras, un sistema de tutorías y/o talleres dictados por docentes para alumnos con dificultades, el plan Sonreir de asistencia odontológica gratuita,  no màs computadoras para los alumnos, ahogo presupuestario a las universidades de las provincias, eliminación de pensiones graciables, son apenas algunos de los programas desafectados en esta idea de “desarmar el estado benefactor”.

En el caso de los jubilados, la Fundación Navarro Viola (que no es de extrema izquierda) dio a conocer una encuesta donde el 48% de los mayores de 60 años dice que los ingresos no son suficientes para vivir y no pueden comprar los remedios, antes financiados por PAMI. La reforma previsional  aprobada en diciembre de 2017, agrava la situación de la clase pasiva a extremos impensados apenas unos años atrás.

Lo que se viene

Es indudable que en esta lucha entre un estado benefactor y el darwinismo  social aplicado desde el poder actual, hará que los días por venir no sean felices para una importante cantidad de ciudadanos:  “se terminó la fiesta”, “los pobres eligen vivir asi” “los que tienen síndrome de down pueden ir a trabajar”, son algunas frases que encajan muy bien en la inspiración filosófica de la actual administración.

En apenas dos años se han desarmado la mayoría de los programas sociales implementado desde el estado y solo en el mes de enero se sumaron 4000 despidos que se suman a los centenares de miles en el último año, producidos en empresas privadas. Además, el precio de los alimentos y medicamentos son actualmente, groseramente impúdico.

Si se profundiza la concepción ideológica del darwinismos social en Argentina, ahora gobernada por el libre mercado, el estado será una figura meramente decorativa o peor aún, estará al servicio de las clases pudientes para un enriquecimiento sin límites.

Como dice Francisco “NO a una economía de la exclusión y la inequidad, esa es una economía que mata y en el juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, el poderoso se come al más débil”.

Este darwinismo social que proponen Macri y los ricos que gobiernan el país, no sienten ninguna obligación ética o problema de conciencia respecto a la falta de protección de los más débiles, simplemente son “perdedores” en la batalla por subsistir o “eligieron vivir así”.

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