“Feriazos” y “Verdurazos” ¿Qué hay atrás de las verduras?

Por Carlos Carballo

El viernes 15 de febrero fue  la primera vez que un “feriazo” es reprimido por la Policía de la Ciudad de Buenos Aires. Las víctimas fueron las familias de productores de verduras de la UNION TRABAJADORES DE LA TIERRA (UTT) y los consumidores que esperaban poder comprar a un precio cuatro o cinco veces menor que el de los negocios: 10 $ el kilo de todas las variedades de verduras recién cosechadas.

Bernardino Avila, un fotográfo de Página 12, (detenido y duramente castigado por la Policía de la Ciudad), con su profesionalismo hizo famosa la imagen de Angela, una anciana juntando berenjenas desparramadas en medio de los gases. Una imagen que dijo más que mil palabras. Angela  estuvo en todos los “feriazos” que la UTT organizó en Plaza Constitución y ese 15 de febrero 2019 fue “a buscar berenjenas y rúcula porque no puedo pagar los precios de COTO”

¿Porqué fueron reprimidos los productores? En los “feriazos” o “verdurazos” las trabajadoras  y trabajadores de la tierra de la UTT y otras organizaciones representativas,  no provocan  desmanes, no atentan contra la seguridad ni los bienes de nadie; sólo buscan un poco más de justicia y para lograrlo saben que necesitan la solidaridad de los ciudadanos, poco conocedores de la situación de los pequeños productores familiares.

El temor a que dejaran sucio el lugar, fue la excusa para la represión, pero las razones tienen que ver con la forma en que funciona la “cadena hortícola”, para  cuyos grandes decisores los alimentos son  sólo una mercancía más.

 Quiénes y dónde producen

El AMBA comprende un semicírculo imaginario cuyo centro es la ciudad de Buenos Aires, con un radio de unos 100 km. Constituye un gran mercado de 14 millones de personas, en  una  superficie de 11.434 km2, con una densidad promedio de 54 habitantes por hectárea.

La UTT y otras organizaciones son parte del “Área Hortícola Bonaerense” y,  dentro de ella, del área más especializada, el “Cinturón Hortícola Platense”, centrado en La Plata, F. Varela y Berazategui. En esa zona se cultivan prácticamente todas las hortalizas, pero se destaca  por las de hoja, tomate, pimiento, berenjena y  zapallito,  entre otras.

Horticultores y modo de producción

Se estima que un total de 16.000 hectáreas se destinan a horticultura y floricultura, con 3.100 ha bajo plástico, en las que desempeñarían entre 4.000 y 6.000 productores.  La zona hortícola del Gran La Plata es un polo productivo de la horticultura “bajo cubierta”; ya que reuniría el 90 % de la superficie con invernáculos.

Se estima también,  que el 40 % producen al aire libre, otros combinan estas producciones con la producción en invernáculos (55 %) y algunos sólo cultivan bajo protección (5%).  A la vez, tendríamos productores de subsistencia, familiares capitalizados, empresas medianas y empresas grandes participando en la actividad. El 40 % de los productores son “medieros”, la mayoría de ellos bolivianos y más del 90 % se maneja con elevadísimos y descontrolados volúmenes de venenos, que afectan al ambiente, su salud y también la salud de los consumidores.

Comercialización de las verduras

El principal destino de la producción es el mercado interno, al que llega como “verdura fresca”, canalizándose sobre todo a través de mercados mayoristas (72,5 %)  y ventas directas a grandes supermercados (22,5 %) Sólo el 5 % del total posee circuitos alternativos –ferias, bolsones, cooperativas,  grupos de consumidores, etc. sostenidos con muchísimo esfuerzo. Más del 80 % de las hortalizas y frutas  del país pasa por el Mercado Central de Buenos Aires y parte de la producción va también a otras zonas de la provincia y del país.

Los mayoristas son los que realizan las compras grandes y definen el precio que recibe el productor que le consignó el alimento, que no tiene poder de negociación de precio ni condiciones y reciben entre el 10-15 % del precio de venta minorista al público.

Qué necesitan los productores

Los históricos quinteros propietarios de la tierra italianos, portugueses y españoles dejaron su rol a partir de 1990 a empresas productoras y  a “medieros” bolivianos  –no propietarios que pagan por el uso de la tierra y el agua- que trabajan pequeñas superficies (1-2 ha), un proceso que también se dio en otras áreas hortícolas del país y permite hablar de la “bolivianización” de la horticultura argentina.

Fueron los productores con menores recursos los más afectados por la caída del consumo de verduras, los altos costos de producción por el arriendo de la tierra y los insumos importados. Esta crisis pone en grave peligro la continuidad de numerosos productores familiares, quienes tratan por todos los medios de hacer conocer sus pésimas condiciones de vida.

Los “verdurazos”,  “feriazos” y otras formas de reclamo buscan  llamar la atención sobre las condiciones de  vida y trabajo de  las familias, para que haya políticas que faciliten el acceso a la tierra, al agua, al financiamiento y se apoye la transición a la producción agroecológica.

Por Carlos Carballo

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