Por el avance del Metrobús, la escuela para chicos en situación de calle debe mudar su sede. Por las obras tuvieron que terminar las clases antes y hoy debía estar lista una parte del nuevo edificio, pero el Gobierno no cumplió y designó un lugar alternativo hasta julio.
A la escuela Isauro Arancibia, en la Comuna 1, asisten más de 300 jóvenes en situación de calle. La institución funciona desde hace dos décadas y su lucha con el Gobierno porteño por ser reconocida y respetada es de larga data. Tras amenazas de desalojo y negativas al aval oficial, las obras por el avance del Metrobús obligaron a la comunidad educativa del Isauro a terminar las clases antes de tiempo y dejar el edificio por algunos meses, antes de mudar definitivamente la sede.
De acuerdo al compromiso asumido por la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, hoy debían permitirles a los docentes volver a usar el lugar para comenzar a planificar el próximo ciclo lectivo. Pero ayer les avisaron que el sitio no está listo. Y que hasta julio tendrán que funcionar provisoriamente en otro inmueble.
La directora del Isauro Arancibia, Susana Reyes describió la postal de la demolición parcial del viejo edificio: “Tiraron abajo una parte, está sin techo. Para chicos que no tienen techo, hoy es una escuela sin techo”.
El lugar alternativo, a tres cuadras del actual, podrá albergar las clases y las reuniones docentes pero no los emprendimientos laborales de los estudiantes, como la panadería, entre otras cosas porque no tiene gas.
Luego de que un amparo judicial frenara los intentos del Gobierno por desalojar y demoler, la nueva propuesta del Ejecutivo de la Ciudad fue comprar un edificio lindante –que fuera de la editorial Distal- y permitir el retorno de la escuela a ese lugar, tras unos meses de obras. Ante el incumplimiento, el lugar alternativo que la gestión destinará para el Isauro hasta mitad de año está en Carlos Calvo 190.
Para la directora, más allá de los plazos y propuestas alternativas, las idas y vueltas a las que someten a esta comunidad educativa tienen que ver con “el desamor y la falta de cuidado hacia este proyecto educativo. Hoy tendríamos que estar hablando del proyecto pedagógico del año, pero no tenemos ni nuestras cosas. El año pasado estábamos igual porque habían refaccionado: cuando llegamos habían tirado todos los libros de la biblioteca”.