Carta de lectores
El vecino de al lado en el reino del revés
No es el protagonista recién llegado que dirigieron Cohen y Duprat. Éste llegó a vivir con la mujer que habitaba allí desde mucho antes que parte de su familia mudara, falleciera, se fuera a Israel, etcétera. Se llama Jorge Bugin. En Vallese 1929 la pared de los PH que separa los patios de los departamentos 3 y 4 fue alterada por mi vecino, ocupante de este último, de manera desopilante: la usó para ampliar su cocina e instaló 4 ventanas corredizas (2,45 mt. de ancho).
Antes, sobre la misma pared, elevó un cuarto de servicio techado con láminas de latón, plásticos varios, tendedero. Una suerte de muestrario kitsch-criollo del arte conceptual barrial. Ante mi reclamo, el vecino sugirió, desafiante: “ponga dos abogados”. De momento no fue necesario, denuncié la intrusión promiscua de sus construcciones en mi casa y la institución encargada realizó la verificación. Días más tarde, el vecino fotocopió las actas de inspección y con letra manuscrita relata en el anverso algo extraordinario (si es que algunas palabras, todavía, pueden significar). Por ejemplo: “un cerramiento en mi patio que no molesta a nadie”, escribe. Es decir, en el departamento 3 no vive nadie.(1)
Y en párrafo siguiente: “la inevitable visita de los inspectores a nuestro domicilio provocará que los mismos quieran inspeccionar otras viviendas en búsqueda de reformas no reglamentadas (…). Este es el resultado de la intolerancia a la convivencia pacífica de Cedrón”. Y firman Velia, Jorge y Javier (una suerte de inspiración retro-delatora de Gaby, Fofó y Miliki). Los dejó en la entrada de algunos departamentos. (adjunto copias, fotos)
La ignorancia tiene consenso (y es de tiempo completo) ningún rating podría desmentirlo, y pretende venderla por obra del chantaje. Cualquier observador medianamente inteligente con vivencias culturales diversas podría asegurar que de estas cualidades no se regresa. Son rasgos constitutivos. Me temo que es incompleto leer sólo desde lo político, lo policial, la ausencia de respeto, ética, legalidad… Es mucho más grave; tal parece no tiene visibilidad (¿o se bloquea ?). Es un problema de salud pública. Los personajes que dan vida a estos asuntos domésticos, vulgares, rutinarios (excepto por la prepotencia que supimos conseguir), recuerdan ciertos relatos de Carver. No se entiende nada. De eso se trata. Ionesco pagaría derechos de autor. En otras palabras, para aceptar las “bondades” de la “convivencia pacífica” con mis vecinos (cultura del arraigo ?), propone el sometimiento a su ilegalidad, no a la reparación.
José Antonio Cedrón (*)
(*) El autor es docente, escritor, recibió premios nacionales e internacionales y ha sido distinguido por su trayectoria literaria con retribución vitalicia por el ministerio de cultura del gobierno en la Feria Internacional del Libro 2010
1- Después del primer reclamo envió un albañil que le ofreció a mi madre (94) “pintar gratis” el patio.