“Aplican nanotecnología sin analizar riesgos de salud e impacto de desempleo”

La innovación científica continua dando que hablar y mucho. En esta edición publicamos una entrevista exclusiva que le realizamos al Dr. Guillermo Foladori, especialista en nanotecnología y coordinador de la Red Latinoamericana de Nanotecnología y Sociedad.

Guillermo Foladori nació en Uruguay, pero desde joven vivió en diferentes países americanos, como México, Honduras, Nicaragua, Brasil y Uruguay. Fue profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma de Honduras y la Universidad Federal de Paraná, en Brasil.

A partir de una beca de investigación que realizó en la Universidad de Columbia en 2002, este antropólogo y doctor en Economía comenzó a estudiar el impacto social de la nanotecnología y la percepción pública de sus potenciales riesgos.

Hoy forma parte de una red latinoamericana de investigación social sobre la especialidad y es miembro de la Internacional Nanotechnology & Society Network. Contesto amablemente a nuestras preguntas acerca de este mundo desconocido para la mayoría de la población.

¿Cómo define la nanotecnología?

La Nanotecnología es la manipulación de átomos y moléculas con el propósito de que los materiales adquieran nuevas propiedades (de reactividad, resistencia, conductividad eléctrica, ópticas, etc.). Hoy en día hay muchísimos productos que contienen nanopartículas. Los más conocidos son los cosméticos; pero también hay en la alimentación, agricultura, industria de tuberías, artículos deportivos, textiles y muchos otros.

Con una invasión en el mercado tan importante ¿Por qué se habla más de los beneficios que de los potenciales riesgos?

El mercado comanda a nuestra ciencia y al mercado lo que le importa es vender, no dudar de lo que vende. La lógica es “primero vender” y luego si hay accidentes o problemas, analizar los riesgos. Esto va en contra del principio de precaución, donde para introducir algo en el mercado hay que demostrar que no implica riesgos.

Por ejemplo, en el caso de los fármacos pasan por un montón de pruebas para demostrar que sus beneficios son mayores que sus posibles perjuicios. Sin embargo, esta nueva tecnología, la nanotecnología se aplica sin saber los riesgos y no se le exigen pruebas ni evaluación de los posibles peligros.

Entran productos “nano” al mercado todos los días, es una revolución que se va a imponer de una manera muy rápida en los próximos años. El momento en el que comiencen a haber regulaciones o reglamentaciones, va a ser si descubren riesgos para la salud o el medio ambiente.

Este año la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos declaró que este tipo de productos no necesita un examen diferente al resto, lo cual es una contradicción, porque ellos mismos reconocen que en la nanoescala los materiales tienen otras propiedades.

¿Se conoce fehacientemente  si hay consecuencias negativas para la salud al estar en contacto con ellos, o qué consecuencias puede sufrir el ambiente?

Poco se ha investigado sobre eso. Los Estados Unidos, el país más avanzado en nanotecnología destina sólo un 5% del presupuesto público destinado a investigar nanotecnologías para los potenciales riesgos a la salud y ambientales. Sin embargo, se sabe perfectamente bien que los materiales a nanoescala son mucho más reactivos y móviles, por lo tanto, pueden tener muchas implicaciones para la salud. Se estima que pueden penetrar la piel y entrar al torrente sanguíneo directamente, pueden ser inhalados e ir directamente al cerebro, antes mismo de pasar a los pulmones, etc. Hay riesgos reales no investigados

¿Cuáles podrían ser las ventajas de este tipo de productos a pesar del riesgo que plantea?

Las ventajas son incalculables, ya que todos los materiales pueden
adquirir nuevas propiedades físicas y químicas y, por lo tanto se
trata de un nuevo mundo a descubrir para la ciencia y la tecnología.
Se habla de la posibilidad de captar y almacenar energía solar a muy bajo costo, de reciclar agua para hacerla potable, desalinizar agua, crear materiales más resistentes y flexibles, hacer hilos
superconductores que prácticamente no desperdicien energía en su transporte; crear implantes en el cuerpo humano y acelerar el crecimiento de los huesos fracturados, mejorar la audición y la vista, y así por delante…

Con los alimentos modificados genéticamente, Europa insistió bastante con la identificación de los mismos. ¿Qué postura presentan con los productos nanotecnológicos?

Están un poco más cautelosos,  y las corporaciones agroindustriales no usan el término nano en sus productos para no espantar al público. Pero, a pesar  que se investigan los posibles riesgos, se está permitiendo la comercialización de productos con nanotecnología sin saber cuáles son sus implicaciones, lo cual da una idea de la presión de los negocios y de cómo la política se subsume a la dinámica de las corporaciones trasnacionales, que son las principales impulsoras de los productos nanofacturados.

¿Por qué algunos sectores consideran a la nanotecnología como el desafío tecnológico del siglo XXI?

De hecho lo es, porque los productos podrán cumplir diversas funciones simultáneamente, cambiando radicalmente la forma como concebimos hoy en día. Si consumes un pan, como el Tip Top australiano, que además de satisfacer las necesidades de alimentación, contiene nano cápsulas de Omega 3 contra el colesterol, teóricamente estás suprimiendo la necesidad de comprar el Omega 3, ya viene incorporado, con ello toda la rama de producción de vitaminas que también se da en otros productos.

Todos los distribuidores de esos productos se hacen superfluos. Si tú tienes una pintura que se repone sola, eso evita la necesidad de los pintores, al menos con la misma frecuencia. Si tú tienes un vidrio (y todos estos ejemplos ya existen en el mercado) que no se ensucia porque tiene nanopartículas de óxido de titanio que al contacto con la luz desprenden el polvo que allí hay, y rechazan el agua y las gotas, hay toda una rama de limpiadores de vidrios que desaparece.

Si consigues hacer un café sin la necesidad del grano, desaparece la plantación de café; si consigues hacer un producto textil igual a la lana y más eficiente, con respuestas inteligentes al calor, el frío, las bacterias, etc, es posible que la producción de ovejas desaparezca. Lo grave es que los gobiernos se suben al carro de las nanotecnologías sin ningún tipo de análisis de las potenciales implicaciones socioeconómicas que eso podría conllevar para su país.

No es una nueva tecnología que se va a aplicar en un único sector; es una plataforma que va a barrer con toda la tecnología existente. Toda la gente, como consumidora, como trabajadora, se revolucionará. No es un nicho de mercado para patentar un producto más. Estamos hablando que así cómo la Revolución Industrial modificó la sociedad, la nanotecnología va a transformarla más rápido y de manera mucho màs profunda.

¿Cuál es la situación actual de la Argentina  en materia  de
desarrollo nanotecnológico?

En el contexto latinoamericano Brasil y México son, posiblemente los países más avanzados  en investigación de Nanotecnología (si dejamos de lado Cuba por desconocimiento), en tercer lugar viene Argentina.

Pero, al igual que en los otros de América Latina la nanotecnología está en fase de investigación, y poco se han incorporado las empresas en este esfuerzo. Lo más probable es que en nuestros países de América Latina el principal problema provenga de la comercialización de  productos con nanopartículas importados, muchas veces sin siquiera saber de qué se trata…

¿Cuáles son las diferentes posturas que existen actualmente?

Siendo muy burdos, hay dos grandes posiciones. Una de ellas supone que la tecnología es buena por sí misma, una vez que demuestra sus ventajas de utilidad; y que el problema radica en quién o cómo se usa. La otra postura supone que el contexto socio-económico determina qué se investiga y cuáles serán los resultados de esa tecnología.

Para los primeros, la tecnología es neutra; para los segundos, la tecnología responde a intereses socioeconómicos. Esta discusión no es nueva. Ya se dio después de la segunda guerra a raíz de la bomba atómica aplicada en Hiroshima y Nagasaki; también se ha dado en torno a los asbestos, que luego de casi 100 años de saber que podía tener efectos nocivos para la salud se comienza a legislar y así por delante.

¿Cuál es su reflexión final, sobre nanotecnología, que cree interesante para transmitirles a nuestros lectores?

Nosotros estamos trabajando en la Red Latinoamericana de Nanotecnología y Sociedad (RELANS), con el propósito de alertar a las organizaciones sociales y los gobiernos sobre la necesidad de enfocar las nanotecnologías en un contexto más amplio, que considere no sólo la utilidad de un determinado producto, sino también sus impactos económicos y sociales, sus riesgos para la salud y el medio ambiente.

También se debe considerar sus implicaciones legales y de reglamentación, sus impactos éticos, y la necesidad de que la sociedad en su conjunto se manifieste y tenga participación en la toma de decisiones sobre la orientación de la ciencia y la tecnología.

Los gobiernos, muchas veces, por la presión de incorporarse al ritmo tecnológico mundial no reparan en que algunos cientos de patentes o ventajas en algunos nichos de mercado pueden generar desempleo y violencia, o catástrofes naturales o en la salud humana. A veces es más prudente ir despacio y por las piedras, que subirse a un tren que no se sabe muy bien a dónde nos va a llevar.

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