Acerca del Darwinismo social, discapacidades y otras cuestiones

La primera semana de junio de este año se conoció una brutal resolución del gobierno nacional: la quita de más de 70.000 pensiones por discapacidad con el objetivo de reducir el déficit fiscal. La ministra de desarrollo social Stanley declaro a los medios: “una persona con síndrome de down no es sujeto de derecho de esta pensión. Puede trabajar si lo deseara”.

Fue tal el escándalo, que la justicia federal ordenó al  gobierno que restituyera de manera inmediata los beneficios “porque hay riesgo de vida” en los afectados. Pero solo se restituyeron unas 15 mil a pesar de las declaraciones mediáticas de los funcionarios haciendo caso omiso a la orden judicial, porque el resto de las pensiones estàn suspendidas.

Esta decisión, además de ser repudiable, es anticonstitucional: según la Ley 27.044, en 2014 se otorgó jerarquía constitucional a la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

El Art. 75, párrafo 23, de la Constitución Nacional sostiene que se debe “legislar y promover medidas de acción positivas que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad”.

Estas conductas del Ejecutivo nacional son explicables en este y otros casos, desde la filosofía en la que se basan los actos de Macri y sus ministros: el Darwinismo Social y la evolución de las especies.

La famosa teoría de la evolución orgánica del mundo animal de Darwin, aplicada al ordenamiento social se conoce como darwinismo social, cuyo exponente más contundente fue el filósofo inglés Herbert Spencer (1820-1903): “el progreso es consecuencia de la lucha por la supervivencia, donde el fuerte sobrevive,  el débil sucumbe y el estado no tiene que intervenir para no interrumpir este proceso natural”.

Para alcanzar el progreso social, según Spencer, el más apto debe sobrevivir y el no apto debe desaparecer. Los esfuerzos por ayudar al «no apto» —caridad para los pobres, hospitales mentales, programas de gobierno para los menos favorecidos—  interfieren con la evolución social y deben interrumpirse.  La competencia económica y social sin trabas favorece al «más apto», lo que dará paso a la siguiente etapa de la evolución humana.

Esta mirada del mundo sostiene que existen seres y razas superiores y afirma, en armonía con el orden que impulsó el capitalismo primitivo, que es inevitable que cada uno compita con los demás bajo condiciones duras, sin concesiones, donde sobreviviràn los más fuertes y los débiles  son eliminados en ese marco de competencia más o menos despiadada.

Bajo esta concepción ideológica se está reorganizando actualmente en Argentina la vida política, social y económica.  Es necesario abandonar el “Estado Benefactor” y eliminar su intervención impulsando la libertad de comercio sin límites para promover el progreso.

Si hay desigualdad social serán consecuencias de este “orden natural” que provoca la competencia.

Pero el gobierno de Macri es todavía benévolo con los lineamientos precisos del darwinismo social: el propio primo de Darwin, Francis Galton, decía que al “no apto” no se le debería permitir procrear. Sólo los «más apto» deberían  tener hijos con rasgos deseables para la evolución humana. El primo de Darwin fue el fundador del movimiento eugenésico.

Eugenesia y Estado de Bienestar

La eugenesia (del griego eugoniké)  significa ‘buen origen”, defiende diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos de humanos.

El eugenismo quiere personas fuertes, sanas, inteligentes o de determinado grupo social selecto. Los métodos eugenistas modernos se centran en el diagnóstico prenatal, la orientación genética, la fecundación in vitro y la ingeniería genética.

Cuando se sustenta el poder con estas orientaciones filosoficas, como ahora lo tiene Macri y sus acompañantes (caras visibles del poder real), la tarea más urgente  es desarmar  el “estado de bienestar” , “generado  por gobiernos populistas” que gastaba dinero en cosas inútiles. Ese dinero debe ser trasferido a la clase evolucionada, los ricos, que tienen la misión de generar una sociedad de oportunidades.

Por lo tanto, el estado en lugar de fomentar la distribución de la riqueza, la implementación de programas sociales inclusivos de educación y empleo, solo debe promover las oportunidades bajo la propuesta del capitalismo más extremo: si hay libertad de comercio absoluta, algunos aprovecharán las oportunidades  y otros las desaprovecharán.  El estado  no debe intervenir ni asistir a los excluidos. En el sistema es “lógico” que haya  ganadores y perdedores producto de la evolución de cada uno y de su fortaleza para sobrevivir o adaptarse.

Esta idea básica, la expresó abiertamente  la  vicepresidenta Gabriela  Michetti: “los pobres eligen vivir así”… “en el periodo anterior vivieron una fantasía, una fiesta y las fiestas hay que pagarlas”.

En este punto es justo reconocer que el gobierno de Macri no aplica ni de lejos,  el  llamado programa T4 de los Nazis, que basándose en estas ideas, practicó la eutanasia en niños discapacitados, enfermos mentales, enfermos incurables, y residentes de hogares de ancianos.

El hecho que los ancianos no puedan tener remedios gratis o una asistencia médica extendida con el PAMI y por ahì puedan morirse, o que haya aumentado el número de indigentes en los últimos dos años, es solo una cuestión de equilibrio presupuestario: no se puede seguir gastando en cosas superfluas: la fiesta, el estado benefactor, debe terminar.

La «supervivencia de los más aptos» de Spencer ya fue utilizada por magnates como  Rockefeller y otros, para justificar la sobreexplotación de la población “inferior” y la eliminación de los competidores sin atender criterios morales o éticos mínimos, y  para lograr ser, impúdicamente ricos.

En estas cuestiones, la próxima reforma laboral quizás no tenga el carácter trágico que sugiere el darwinismo social, (en Brasil si fueron a fondo con estas ideas),  pero para los que sustentan estas convicciones, hasta la guerra y la destrucción de un pueblo está  justificada para que evolucione la raza.

Hay acciones de sobra en la historia reciente que guían a los poderosos por este camino, por ejemplo, si miramos la situación de Medio Oriente, África, Centroamérica, encontraremos aplicaciones de esta filosofía extrema.

El darwinismo social, si no hay oposición de los afectados, se va a implementar  en Argentina, en un nivel muy superior a lo logrado en estos casi dos años del nuevo gobierno: vamos hacia un estado  pequeño que no intervendrá en el comercio, (la libertad de precios en combustibles no es una casualidad) y dirigido por las clases evolucionadas que son los ricos, (que cada vez serán más ricos) otorgarán desde el poder, algunas  oportunidades para competir, donde ganaran los más fuerte y los perdedores, los débiles, deberán arreglarse como puedan para sobrevivir. Tal como le está sucediendo a los discapacitados y a los abuelos enfermos más pobres.

El Nuevo Orden y la revolución de la alegría

Los poderosos que gobiernan Argentina  han descubierto y lo están aplicando, aquello que llaman el refuerzo positivo: provocar en las personas el comportamiento deseado sin resentimientos ni rebeldía y de manera estable. Buscan con pensados discursos y buenos modales,  que las personas acepten pasivamente sus destinos en la escala social y económica.

La teoría del refuerzo positivo ofrece una panacea, una promesa que se proyecta siempre a futuro, algo muy positivo que todas las personas desean sin dudas. Es el discurso central del presidente Macri  repetido por cada uno de los funcionarios al unísono en todas las  situaciones posibles. Para unificar estos discursos orientadores sirven “los retiros espirituales”.

La idea básica es que el receptor del mensaje crea y no piense, que no cuestione,  mientras se avanza en reacondicionar las situaciones “donde siempre debieron estar”.

Esta mirada tiene consecuencias concretas negativas, (desempleo, carencias, hambre) pero esto sucede hasta que lleguen los tiempos dorados,  mientras tanto y para mantener la paz, aumentan los comedores comunitarios  y hay planes de contención para los desafortunados.

Otro de los mecanismos de anestesia  hasta que lleguen esos buenos tiempos, un poco más perverso, es mantener a  la sociedad en un estado de continua  ansiedad,  ocupada asegurando su propia supervivencia o luchando día tras día por ella.

La técnica del club de los poderosos  es  lograr una fuerte situación de inseguridad y angustia, mantener a toda costa las promesas a futuro de manera que la gente espere una solución, que si no llega, podrá entender (gracias al discurso evangelizador), que es una situación “natural”, una consecuencia de la competencia.

“Laudato Si”. Porque Francisco no viene a la Argentina

Es mentira que el gobierno nacional quiere que Francisco venga al país en el 2018.

El contenido de la encíclica “Laudato Si” (“Alabado Seas”), escrita por el pontífice  es  de una enorme importancia para comprender el capitalismo de este tiempo y la visión darwinista de la sociedad: “Hay que decir no a la exclusión y la desigualdad. Esta economía liberal  mata. En el juego de la competitividad el poderoso se come al más débil. El ser humano es considerado como un bien de consumo que se puede usar y tirar. Es descartable. Los excluidos no son seres humanos, sino residuos, sobras.  El libre mercado excluye y desarrolló una globalización de la indiferencia”.

¿Quién desea del poder actual, que Francisco venga a decir estas cosas al país? Un discurso opuesto a la crueldad del darwinismo social y el libre mercado: “El dinero domina sobre nosotros y nuestras sociedades. La adoración del antiguo becerro de oro (Éxodo 32,1-35) es hoy el fetichismo del dinero y una economía sin rostro, sin objetivo humano.  En el libre mercado unos pocos crecen y la mayoría está lejos del bienestar. El mercado es una  tiranía invisible que no conoce límites”.

La situación por venir

Inteligencia artificial, alimentos transgénicos, dinero virtual, automatización de la producción, nanotecnología, ciber seguridad, robótica, biotecnología, geofísica, gobierno mundial, prensa mundial, medicinas que no curan, guerras de exterminio, deudas impagables, 18 millones de argentinos fuera del sistema.

El sistema económico, tal como está pensado,  no tiene capacidad de dar trabajo a todas las personas. En cinco o diez años, centenares de millones de seres humanos en el mundo y en nuestro país, no tendrán que hacer.

Si se profundiza la concepción ideológica del darwinismos social en Argentina, que tiene a Macri como ejecutor para “restituir los valores republicanos”, habrá mucho sufrimiento. Una tierra rica y bendecida en sus dones, ahora gobernada por los ricos y el libre mercado, tendrá un Estado al servicio de las clases pudientes, mientras el pueblo menos favorecido económica y socialmente,  tendrá pocas opciones para revertir ese destino.

Un reciente estudio del Instituto Isepci da una idea de lo que ya se está produciendo silenciosamente, con la indiferencia de los medios masivos que son parte del mismo poder: aumentaron dramáticamente  los casos de malnutrición en la Provincia de Buenos Aires, afectando al 32 % de niños de entre 6 y 12 años y aumentaron los casos de indigencia un 4%.

El recorte de 55.000 pensiones de discapacitados  corresponde a una conducta política basada en el darwinismo social, al igual que el recorte de beneficios para los ancianos.

La quita de pensiones además de un acto de falta de respeto por lo humano es un desprecio de clase. Las clase acomodada  se beneficia con la quita de impuestos en bienes superfluos, como autos de alta gama o bebidas alcohólicas o dictan decretos para auto eliminar deudas propias con el estado, como el caso del correo o benefician con blanqueos de dinero negro a familiares del presidente. La Constitución Nacional dicen que las pensiones no son un privilegio, como plantea la casta política que nos gobierna, sino un derecho fundamental inalienable. Y que una ley del congreso, aprobada, no puede cambiarse por un decreto presidencial.

Solo la resistencia social en la defensa de los derechos y la dignidad, más el voto de repudio en las elecciones  de este año, son las posibilidades más concretas para oponerse a esta escalada destructiva de vidas y bienes del pueblo.

Es indudable que en los días por venir, el esfuerzo del gobierno nacional será profundizar la destrucción de “el estado de bienestar”, recortando derechos laborales y sociales. La frase, “se terminó la fiesta”, sintetiza esa decisión.

Y esto, si no se para, recién empieza.

                                                                                    Por Ricardo Guaglianone

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